Rusia, el titán que se opone a Occidente

Por Cristina Font Haro

Publicado: Brupek.com 17/04/2018

El nuevo mandato del presidente Vladimir Putin (2018-2024) es inaugurado con el conflicto diplomático entre la Unión Europea y la Federación Rusa a la que también se le ha sumado los Estados Unidos y la OTAN. El Kremlin, experto en el uso de la guerra híbrida, hace que el conflicto tome diversas vertientes y escenarios. A raíz del envenenamiento del ex-espía ruso, Serguéi Skripal, y de su hija Yulia, el pasado 4 de marzo, empezó un conflicto en escalada impulsado por una fuerza centrípeta que lo retroalimenta. Se ha establecido un nuevo orden de quid pro quo, “allí donde las dan, las toman”. En este contexto hostil, esta nueva dinámica de la agenda actual entre las grandes potencias estará marcada por un aumento constante del enfrentamiento. Lograr el enfriamiento del conflicto y el restablecimiento de una situación de equilibrio entre los distintos actores será una tarea ardua.

La relación entre Rusia con la Unión Europea y los Estados Unidos ha presentado a lo largo de la historia reciente un seguido de altibajos. Terceros escenarios como el de Georgia, Ucrania o Siria han revelado la disparidad de sus agendas políticas, poniendo en peligro la ya frágil comunicación. Mientras que Estados Unidos ha dividido, tradicionalmente, el mundo en tres áreas de influencia  necesarias para mantener su preestablecida hegemonía (Europa, el noreste de Asia y el golfo Pérsico), con sus tres potencias hostiles a sus intereses nacionales (Rusia, Irán y China), y, sus aliados locales (Europa, Arabia Saudita o Israel y Corea del Sur o Japón). Por su parte, como apunta el coronel Pardo de Santayana, Rusia siempre se ha considerado a si misma un imperio-nación, por lo que, desde el fin de la URSS, la Federación Rusa ha buscado esa unidad territorial perdida.   Como dijo Putin en su discurso posterior a la anexión de Crimea (18 de marzo de 2014): “millones de personas se fueron a dormir en un país y se despertaron en muchos otros Estados, convirtiéndose en minorías étnicas de las antiguas repúblicas soviéticas; así los rusos no se convirtieron en una de las naciones más grandes, si no la más grande del mundo que está separada por fronteras”. Con estas palabras, Putin establecía el concepto de nación dividida, elemento clave en su política hacia los vecinos y ex repúblicas soviéticas y de la política de reimperialización.

Aún el marcado anarquismo en la sociedad internacional, existe un status quo que regula las fuerzas entre estas potencias. La acción de uno de ellos desestabiliza el acuerdo preexistente, por lo que tal acto es recibido como una agresión a su propio liderazgo. Los titanes rigen su vis-á-vis con el mismo código de Hammurabi: “ojo por ojo y diente por diente”.

Así, cuando en la Cumbre de la OTAN en Bucarest en el 2008, se trató la posible adhesión de Ucrania y Georgia a la Alianza, esto no fue bien acogido por Rusia. Aunque esta no se produjera, como expone Jorge Torres  si que se realizaron declaraciones inequívocas: «Hemos acordado hoy que estos países se convertirán en miembros de la OTAN» y «MAP es el próximo paso para Ucrania y Georgia en su camino directo al ingreso» y «Apoyamos las solicitudes de estos países para el MAP». Además, por las mismas fechas también se creo la European Union Easter Partnership, demostrando la intención de la UE de expandirse hacia Ucrania. Meses después el Kremlin empezaba un pulso con la OTAN y Occidente en escenario georgiano. Estados Unidos, por su parte,  intentó situar un escudo de misiles en Polonia y la República Checa que también obtuvo una respuesta mordaz por parte de los planificadores militares rusos.

La crisis de Crimea (2014) como consecuencia de la protesta Euromaidan, sigue el mismo patrón que la guerra de Georgia. Después del acercamiento entre estos países y Occidente, el Kremlin aprovecha la discordia a nivel doméstico entre el gobierno nacional y regiones independentistas para entrar en el juego como garante de los derechos de autodeterminación y así evitar perder la influencia de la zona en manos de Occidente. Con el pretexto de defender a las minorías rusas, en Georgia defendió los derechos de la región de Osetia del Sur y en Ucrania la península de Crimea.

La nueva presidencia rusa no ha sido solo inaugurada con el conflicto, sino que seguirá una tendencia ascendente durante todo el mandato. Aunque en la actualidad, la mirada pública internacional esté volcada en el conflicto Sirio, no hay que olvidar que allí donde haya una minoría rusa, el Kremlin podrá presentar batalla. Así, por un lado, Ucrania todavía es motivo de preocupación. Ante las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2019, a partir de este año se pueden dar protestas y trifulcas políticas, donde la fractura entre este y oeste seguirá presente. Si bien Ucrania intentará promover la integración económica, energética y de seguridad con Polonia y los Estados bálticos; Rusia, por su contraparte, podría intensificar la campaña de guerra híbrida  contra ésta y sus aliados.

Moldavia, la cual también presenta una división entre los prorusos (presidente Igor Dodon) y los proeuropeos, podría ser sumergida en la inestabilidad a causa de las elecciones parlamentarias de  finales de año. De hecho, en enero el Tribunal Constitucional volvió a incapacitar temporalmente al presidente para ejercer su cargo, con lo que el gobierno pro-UE prohibió las retransmisiones de medios de comunicación rusos en el país, medida que ha sido duramente criticada por Moscú, por ser un “ataque anti-ruso”.

Finalmente, aunque también se celebrarán elecciones presidenciales en los países del Cáucaso (Armenia, Azerbaiyán y Georgia), lo interesante será observar que impacto tendrán sus políticas exteriores en la región. Mientras que Armenia se cobija en Rusia como socio militar; Irán es su socio económico. Azerbaiyán y Georgia continuarán en su empeño de fortalecer los lazos con Turquía en cuanto a la energía, infraestructura y seguridad. Estas relaciones pueden, a su vez, afectar otros quehaceres internacionales, ya que tanto Rusia como Irán y Turquía son a su vez partes en el conflicto sirio.

Fuente: Brupek.com

Photo by Jørgen Håland on Unsplash

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